Capítulo 3
El pozo tenía vida
propia.
Lo que de verdad me
precoupaba no era yo a la silla de rudas. EL caso es que lo veía
crecer cada vez más y la esquina de mi casa es chica, y la calle
cortada. La gente no podía pasar al supermercado y tenian miedo de
caer de cabeza adentro de lo que ahora parecía un abismo.
Me precupaba que se
callera un ñiño, un anciano, una vecina. Si no me paraba allí a
vigilar cualquiera que venía caminando mirando para arriba o
adelante, o mirando el teléfono. Yo con la silla tenía que estar
atento al terreno, pero la gente suele estar distraída.
Logré cruzar por un
costado, pero me daba vértigo mirar hacia abajo.
Habían pueso
señales pero nadie las veía. La gente con tal de pasar y llegar
rápido, les da igual todo.
Llamé el teléfono
y logré que viniera un policía de trásnito, pero de noche, cuando
más peligroso se ponía el pozo, se iba y se quedaba destapado.
El supermercado que
queda enfrente también se perjudicó, porque cada vez menos gente
podía psar.
Pero parecía que
sólo yo estaba atento a eso.
Luego de mucho
llamar, logré que vinieran, (semanas después), y lo taparon de
tierra de forma urgente. Tan urgente que hicieron otro pozo cerca
para seguir buscando el caño roto.
Lo desolador era que
estabamos luchando por una rampa para la entrada del edificio, hay 8
escalones para acceder al apartamento.
En plena lucha por
la rampa, el pozo absorvió toda la energía.
Con el pozo tapado
era todo más fácil, por ahora. Quedaba esperar que no creciera el
pequeño que se había formado un poco más lejos.
Cada tanto sueño
pon el pozo, nunca había visto un pozo tan grande y tan variable.
Grande mi negro. Todo un relator tqm
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