Capítulo 6





Tuve varias sillas de ruedas.
La primera tenía un separador de piernas que era insoportable de incómodo. Cuando era chico me operaron de los aductores porque tenía los muslos muy juntos . El médico le dijo a mi madre: “Hay que operarlo porque sino no va a caminar”. Pero tampoco es que camine mucho. Tuve unos andadores. Pero soy un poco vago. Demasiado vago. Me cansa mucho pero me haría bien.

Ese sepàrador era para mis piernas. Ese médico me cambiaba de silla a cada rato. No sé que quería. Cada silla era una transa porque cada una era más grande que la anterior.

Tuve una silla que tenía unas ruedas con neumáticos (como los de los autos), y pinchaba a cada rato. Cuando me pasaba eso tenía que llamar a mi hermana. Mi madre estaba en la feria, mi padre en la construcción y ella era la única disponible.

Fui como trece años a una escuela especial, de los 3 a los 16, a la edad que pude convencerlos de que la escuela no me servía para nada. Pero mi padre decía “si te sacamos no tenemos donde llevarte”. Luego fui a varios talleres, que tampoco me servían para nada. Pero eso le voy a contar otro día.

Volvamos las sillas.

Después de la que pinchaba tuve otra. Nunca tuve mucha suerte con las sillas. La otra a los 3 meses tuve que cambiarla. Era demasiado grande y tenía las ruedas de adelante muy chicas, se metían en cualquier pozo que había, se enganchaba y partían.

Esta, de ahora, es la que más me duró. La tengo hace una año y medio. Además de ser más chica, te da más independencia, le podes sacar los posabrazos y es más fácil para andar. Las otras tenían los brazos reforzados y para moverlas era un armatoste. Los posapies eran tan grandes que parecían cuchillas, si te llevabas a alguien por delante los hacías saltar y me quedaban mirando. Me daba una vergúenza bárbara.

Me tendrían que preguntar bien quienes las fabrican. Porque cada silla es según la persona. No tiene que ser grande, pero si liviana, firme, dar posibilidad de moverse de diferente manera. La silla no puede ser una complicación. Antes no podía subir a un taxi. Era como una primera discriminación, por la silla.

A mi me cuesta salir. Soy así. Antes pensaba ¿por qué nací así? ¿por qué necesito la silla de ruedas? Hasta que me di cuenta que la silla es un instrumento, y yo tengo que saber usarlo.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Capítulo 17

Capítulo 12

Capítulo 13